Escritores/Literatura

Para Federico

federico_garcia_lorcaMira que los caramelos saben un poco a la vida. Eso me lo había enseñado un paisano tuyo hace algunos años. Evocan. Yo tantas veces en invierno y en verano, que te veo sentadito y compungido, en este paseo de la constitución que tú no conociste, mirando lo que pasa desde un solo ángulo, sin poder descruzar las piernas, abrir los brazos, mirar hacia los lados y sentarte de nuevo. Varias veces he pasado con mis hijos a tu lado, y aunque preguntan no les digo que eres tú, porque a esa edad la imagen primera forma un concepto, y ese es el conjunto más triste en el que te he visto representado. Me pregunto, como llegaron a la imagen tuya así como recogido, como tímido y cabezón, que lo eras. Yo tengo imágenes de tus primeros años, corriendo por los corredores de la casa principal, y tu cabeza sobresalía, con mechones negros y rebeldes, en ese cuerpo de niño amado. Tu fuiste amado y amable, porque pocos pueden no quererte. He visitado tu huerta, y me han contando la historia de la casa, y cuando pasamos por tu escritorio, todos tenemos como ganas de quedarnos allí un rato más, y poder recrearte en el momento de la escritura. Es una esperanza. Cuando tu muerte todavía era un rumor, se mandaban mensajes todos los que te amaban, con la esperanza de que aquello no fuera verdad. Pero ya para entonces, tu última mirada estaba rodeada de tierra, de pasos, de sangre. Yo, aunque vengo a decirte todo esto aquí mismo, quiero recordarte con la sonrisa con la que tantas veces acompañabas al piano, con la sonrisa con la que te asomabas a la cocina a hablar con tu madre,a veces, quiero recordarte también con el temor, cuando todo tomó un olor a podrido y rancio, y ya no hallábamos otra cosa sino callar.

Y así, en los viejos que quedan, que vivieron la España que tu dejaste, en ellos hay un recelo de infancia triste. Un silencio del gran secreto, como si tu muerte, tu gran muerte, se hubiera convertido en un pañuelo húmedo dentro del corazón de aquellos niños, que ahora viejos, caminan por estas calles para no verte, para esquivar esta escultura que no eres tú, y pensar que afortunadamente no lo eres. Como soportar días y años, las temperaturas que van y vienen, las lluvias, con ese traje tan triste, y esas piernas cruzadas y tu mirada Federico, que llenaba de encanto todo lo vivido, tu mirada perdida, quizá la mirada que tenías, al no comprender lo que decían tus captores, al no llevar bien los empujones y el camino, al saber que tu querida Granada, en vez de refugiarte como todos pensamos, te aguardaba para cumplir tu muerte. Será por esa deuda, que ahora te han puesto sentado en este banco, en este sitio nuevo para ti. Y mientras tanto, hasta que no le explique a mis hijos que ese no eres tú, que tan sólo la mirada corresponde a la tristeza última, pasaremos por allí sin verte, como tantos otros.

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Por: Euridice Bracamonte García

2 pensamientos en “Para Federico

  1. Los fascistas son implacables. Sería como haber dejado vivo a Víctor Jara o a Pablo Neruda en Chile. Era demasíado amor por sus orígenes, demasiado testimonio de la memoria de ese pueblo….

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